lunes, 5 de diciembre de 2011

cuarenta y ocho.

Querida Karen:
Si estás leyendo esto es que he encontrado el valor para mandártelo, ¡bravo por mí!. No me conoces muy bien pero, si me lo permites, tengo tendencia a repetir una y otra vez lo duro que me resulta escribir, pero esto es lo más difícil que he tenido que escribir nunca. No existe una manera fácil de decirlo, así que simplemente lo diré: he conocido a alguien. Fue una casualidad, yo no lo estaba buscando, no lo planee. Fue la tormenta perfecta, ella dijo una cosa, yo dije otra... cuando me di cuenta quería pasar el resto de mi vida en aquella conversación. Ahora tengo la sensación en mis entrañas de que puede ser ella, está completamente chiflada, de una forma que me hace sonreír. Extremadamente neurótica y exige un mantenimiento exahustivo. Ella eres tú, Karen, es la buena noticia. La mala es que no sé cómo estar contigo ahora, me acojona. Porque si no estoy contigo inmediatamente tengo la sensación de que nos perderemos ahí fuera. Este es un mundo enorme y malo, lleno de vueltas y recovecos,  y basta con parpadear para que desaparezca el momento. El momento que pudo cambiarlo todo. No sé lo que hay entre nosotros, y no sé decirte por qué habrías de saltar al vacío por alguien como yo. ¡Pero hueles tan bien! Como el hogar. Y haces un café excelente, eso también es importante, ¿verdad? Llámame.
Infielmente tuyo,
Hank Moody.